La motivación es aquello que nos incentiva a la
acción. Es lo que nos impide seguir recostados en un sofá imaginando realidades
alternas antecedidos por el “si yo hubiera”. Todo gran negocio o producto ha
tenido detrás una gran motivación que le permitió dar el paso del mundo de las
ideas al mundo real. Por lo general todos tenemos
planes en la mente y las suficientes ganas para
empezar algún proyecto. Pero la motivación también debe estar acompañada de un
espíritu de constancia, porque de nada servirá el entusiasmo
que dura solo una semana y se diluye al comprobar la complejidad de un proyecto
y su realización.
¿Dónde encontramos la motivación?
Es sabido que nada funciona tan
bien para la motivación como una descarga de adrenalina. Todos
tenemos incorporado aquellos instintos que “al instante” nos motivan. Por
ejemplo, si nos encontramos con un oso en el camino, sin duda la adrenalina se
disparara para motivarnos a correr y salvar nuestra vida.
Sin embargo, es muy difícil que
nos encontremos con un oso en el camino para experimentar la motivación.
Digamos que sucede de modo más sutil y común. Por ejemplo muchos alumnos se
motivan con el fin de año escolar porque significan vacaciones y para los
empleados gratificación en los sueldos.
En el caso de los nuevos
negocios, la motivación suele venir por el convencimiento sobre la idea de
negocio y sus posibilidades de éxito. Ello empuja a los emprendedores a tomar manos a la obra y empezar a
actuar.
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